La llegada de la Masonería a España

       

El 17 de abril de 1728, la Gran Logia de Inglaterra recibe una carta procedente de España. En ella, un grupo de ciudadanos británicos afincados en la península solicitaban la constitución oficial de una logia en Madrid. Entre los firmantes de aquella misiva destacaban especialmente dos nombres: el de Charles Labeyle –principal fundador y primer Gran Maestre de la logia– y el del Duque de Wharton, que había sido Gran Maestre de la Gran Logia de Inglaterra por un breve espacio de tiempo.

La logia madrileña –cuyos miembros se reunían en un hotel francés de la calle San Bernardo– recibió la legitimidad un año más tarde, registrándose con el número 50, y adoptando el nombre de Las tres flores de Lys (así se llamaba el establecimiento hotelero en el que se reunían sus miembros) o French Arms, aunque en ocasiones es citada también como Matritense. Aquella primera logia masónica creada en suelo español tuvo el honor de ser también la primera del continente reconocida por la Gran Logia de Inglaterra.

Un año más tarde, en 1729, otra logia, la Saint John of Jerusalem solicitaba el permiso para su constitución en Gibraltar. Además, los historiadores de la masonería en España han podido determinar que años después, en 1750, 1755 y 1772, otros grupos de ciudadanos extranjeros intentaron crear logias o celebraron reuniones masónicas en Madrid, Barcelona y Cádiz.

Logia Las Tres Flores de Lis

Pese a la proliferación de algunas logias, como las ya mencionadas, lo cierto es que los estudiosos no dudan en calificar la presencia masónica en España durante el siglo XVIII como anecdótica. De hecho, en 1768 la pionera logia de Madrid fue borrada de las listas oficiales de la Gran Logia de Inglaterra, por falta de actividad y, en censos posteriores, como los de 1787 o 1796, únicamente se menciona la existencia de la logia gibraltareña. En cualquier caso, los masones presentes en España en aquellos años suelen corresponder únicamente con extranjeros, generalmente militares y comerciantes.

¿Cuáles fueron los motivos para esta ausencia de entidades masónicas en nuestro país, mientras otros países, como Inglaterra o Francia, veían aumentar el número de logias y de masones año tras año? Pues básicamente uno: la prohibición y persecución iniciadas en aquel siglo por la monarquía y la Inquisición (suprimida en España en diciembre de 1808 por Napoleón Bonaparte mediante los decretos de Chamartín que se aplicaron en la España “afrancesada”, mientras que en la España “patriota” la abolición se produjo varios años después, por las Cortes de Cádiz el 28 de febrero de 1813).

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