El Gran Oriente de España y el Gran Oriente Nacional

El Gran Oriente de España

Imprimió a sus trabajos un carácter eminentemente expansivo y democrático, en oposición al espíritu restrictivo y centralista que imperaba en los de su contrincante. A este fin proclamó el 21 de julio de 1870, como Gran Comendador y Gran Maestre a Manuel Ruiz Zorrilla, presidente del Gobierno español.

La animación fue grande. Surgieron logias por todas partes; para tomar parte activa en sus trabajos. Los acontecimientos políticos que dieron por resultado la abdicación de Amadeo de Saboya y la proclamación de la Primera República, dieron origen a la división y la discordia. El 1º de enero de 1874, Manuel Ruiz Zorrilla presentó la renuncia de sus cargos masónicos. Seguidamente se procedió a la elección del Gran Maestre, siendo proclamado Juan de la Somera. Al poco tiempo Juan Utor, Gran Maestre del Oriente Ibérico, se fusionó con el de España, con lo que se inició una nueva fase de prosperidad que culminó el 7 de abril de 1876, al ser proclamado Gran Maestre del Oriente de España, Práxedes Mateo Sagasta, jefe del partido liberal y presidente del Gobierno.

Nuevamente las logias empezaron a crecer por doquier. Sagasta sin convertir la institución en arma de partido, ni en ocasión de medro, atendió especialmente a establecer un gran intercambio de relaciones de amistad con gran número de Potencias masónicas del extranjero. El 10 de mayo de 1881 sustituyó a Sagasta en el mismo cargo Antonio Romero Ortiz, ministro de Gracia y Justicia, y al morir prematuramente cubrió su vacante Manuel Becerra, antiguo demócrata y ex-ministro, quien tomó posesión de su cargo de Gran Maestre el 21 de julio de 1884.

José A. Ferrer Benimeli, “Los masones en la historia contemporánea española”, “La Masonería”, Historia 16, Extra IV- 1977. Y José Antonio Ferrer Benimeli, “La Masonería española: La Historia en sus textos”, Madrid, 1996

El Grande Oriente Nacional

En 1865 había sido elegido Gran Maestro Ramón Mª Calatrava (1865-1876); después de muerto éste le sucedió el Marqués de Seoane (1876-1887); y también tras la muerte de Seoane, José María Pantoja (1887-1896). Incólume en sus principios defendió siempre la neutralidad política y religiosa, aun a costa de perder logias que de su seno pasaron al de otras obediencias. A pesar de estas pérdidas se mantuvo sin escisiones internas logrando la adhesión, en 1873 de un grupo de logias procedentes del Gran Oriente Ibero entre cuyos miembros se encontraba Eduardo Caballero de Puga. El 31 de enero de 1887 moría Juan Antonio Seoane y poco después se originaba la primera gran escisión en el seno del Gran Oriente Nacional de España. Un buen grupo de logias, encabezado por Alfredo Vega, Vizconde de Ros, deseaba una reforma constitucional y se enfrentó al grupo encabezado por José Mª Pantoja y Eduardo Caballero de Puga que pretendía mantener el vigente sistema de organización. De esta forma se constituyeron dos Grandes Orientes Naciones de España.

Gran Oriente Nacional de España, presidido por Pantoja (GONEP):

El 2 de enero de 1887, José Mª Pantoja había sido elegido para ocupar los cargos de Teniente Gran Comendador y Gran Maestre Adjunto del Gran Oriente Nacional de España. Con el fallecimiento de Seoane, pasó a ejercer las funciones de Gran Comendador Gran Maestre, manteniéndose como Gran Secretario Eduardo Caballero de Puga. Ambos dirigieron el GONE hasta su desaparición en 1896, año en el que ambos sufrieron la persecución y la cárcel. El sistema organizativo del Gran Oriente Nacional de España, presidido por Pantoja hacía emanar los poderes según un sistema tradicional dentro del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, ya que no aceptó las conclusiones adoptadas por el Congreso Universal de Lausana de 1875. La autoridad del Soberano Gran Comendador y Gran Maestro ad vitam, depositada por derecho en una sola mano, con un Supremo Consejo y su Cámara de Ritos, se extendía del centro a la circunferencia, abarcando los talleres simbólicos sujetos a los dictámenes de sus Capítulos Locales, que a su vez engranaban con los provinciales. Pese a estos planteamientos, en los que subyacían los argumentos basados en la tradición frente a razones de reforma defendidas por otras obediencias, el Gran Oriente Nacional presidido por Pantoja, se vio obligado a cambiar algunos puntos como el de conceder poder decisorio a la Asamblea. Esa cierta evolución experimentada también se dejó notar en la admisión del Rito de Adopción, dando paso, de esa forma, a la mujer dentro de las logias.

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Gran Oriente Nacional de España en torno al Vizconde de Ros (GONER) y Gran Oriente Ibérico (GOIco):

Por otra parte, la fracción de logias encabezadas por el Vizconde de Ros constituían un Supremo Consejo el 20 de febrero de 1887 en el que se adherían a los preceptos y acuerdos tomados por el Convento Universal de los Supremos Consejos reunidos en Lausana en 1875. Este Supremo Consejo reivindicó para sí los derechos y el carácter de única y soberana autoridad legal para el gobierno, dirección y administración del Rito Escocés Antiguo y Aceptado en los límites del territorio español. Desde el primer momento declaró el carácter democrático del gobierno interno de la obediencia renunciando a la dirección de la masonería simbólica, reconociendo a las logias su exclusiva, libre y completa autonomía para proveer a su gobierno y administración. El Gran Oriente Nacional de España organizado, en su origen, en torno a Alfredo Vega, Vizconde de Ros, continuó su andadura, comenzada en febrero de 1887, al menos hasta 1896 aunque en 1893 cambiase su nombre por el de Gran Oriente Ibérico.

La enorme autonomía que el Vizconde de Ros concedió al simbolismo logró que se creasen Grandes Logias Simbólicas Regionales. Las Grandes Logias Regionales se encargaban de la administración y gobierno de los tres primeros grados, mientras que el Supremo Consejo administraba los grados superiores. De esta forma El Gran Oriente Nacional de Ros estableció en 1887 sendos convenios con la Gran Logia Regional Catalana el 17 de junio, y con la Gran Logia Simbólica de Portugal. El 11 de octubre del mismo año tuvo lugar la instalación de la Gran Logia de Castilla la Nueva. El 20 de abril se adhería al Gran Oriente de Ros la Gran Logia Regional de Andalucía con sede en Córdoba, etc…

El Gran Oriente Nacional de España organizado en torno al Vizconde Ros intentó la unión masónica con una parte del disgregado Gran Oriente de España representado por Miguel Morayta como Gran Maestre Interino de la Gran Logia Simbólica del Gran Oriente de España, y por Juan López Parra como Gran Teniente Comendador del Supremo Consejo del Gran Oriente de España. De esta forma, los tres hombres citados formaron un Directorio y promulgaron juntos un decreto, con fecha 3 de febrero de 1888, convocando a todas las logias a una Asamblea Constituyente en la que salió elegido como Gran Comendador el Vizconde de Ros y como Gran Secretario Miguel Morayta. Igualmente se decidió que el nombre de la nueva obediencia fuese el de Gran Oriente Nacional de España. Ciertas anomalías en el siguiente proceso electoral motivaron la protesta y ruptura por parte de Miguel Morayta que se separó definitivamente de la obediencia del Vizconde de Ros fundando el Gran Oriente Español a comienzos de 1889. Las logias fieles al Vizconde de Ros tuvieron a éste como Gran Comendador hasta que presentó su dimisión que fue aceptada en beneficio de Francisco Rispa Perpiñá, quien lo ejercería al menos hasta 1896. Rispá llevó adelante una reforma constitucional variando el nombre de la obediencia que pasaría a denominarse Gran Oriente Ibérico.

Pedro Alvarez Lázaro, “Pluralismo masónico en España”, 1987

Durante el primer tercio del siglo XX la masonería se recuperará poco a poco, pero ya no alcanzará nunca la importancia anterior. Tan solo dos obediencias o grupos masónicos pervivirán a la crisis, el Gran Oriente Español y la Gran Logia Catalano Balear, que a partir de 1921 adoptó el nombre de Gran Logia Española extendiendo su jurisdicción a todo el territorio nacional. El más importante de ellos, el Gran Oriente Español, entre 1900 y 1922 –que adoptó la estructura federal de Grandes Logias regionales– instalará 187 logias de las que 125 se fundan fuera de España (42 en EE.UU., 29 en Filipinas, 20 en Puerto Rico, 19 en Argentina, 11 en Marruecos, y 4 en Turquía), y tan solo 56 en el interior. Entre 1922 y 1936 el Gran Oriente Español creará tan solo 42 nuevas logias. Por su parte la otra obediencia masónica, la Gran Logia Española, llegó a alcanzar entre 1900 y 1939 un total de 155 logias.

Durante la dictadura de Primo de Rivera la masonería vuelve a encontrar dificultades. Aunque algunos políticos y militares descontentos hallaron en la masonería un refugio y eficaz organismo.

José A. Ferrer Benimeli, “Los masones en la historia contemporánea española”, “La Masonería”, Historia 16, Extra IV- 1977. Y José Antonio Ferrer Benimeli, “La Masonería española: La Historia en sus textos”, Madrid, 1996

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