El Rito Francés

Para entender la creación del Rito francés debemos acudir a la Historia de la relación entre los masones de un lado y otro del Canal de la Mancha en el siglo XVIII, aunque la presencia de masones ingleses en Francia se remonta, en realidad, al último tercio del siglo anterior. Se trataba de militares vinculados a la causa jacobita, es decir, de los Estuardos. La Revolución inglesa de 1688 había desposeído del trono de Inglaterra al rey Jacobo II. Los exiliados de esta causa crearon logias en Francia. Posteriormente, en las primeras décadas del siglo XVIII con el definitivo asentamiento de la Casa de Hannover en Inglaterra, y el desenlace de las revueltas jacobitas, más masones cruzaron el Canal de la Mancha. Se multiplicaron las logias con ingleses, pero que también admitieron a franceses. En este contexto aparece la figura de un personaje excéntrico y aventurero, Philip Wharton, duque de Wharton que sirvió al pretendiente Estuardo, y a quien se le ha considerado fundador en 1728 de la Gran Logia de Francia, de la que habría sido su primer Gran Maestro, aunque una serie de historiadores franceses considera que, en realidad, habría que avanzar diez años con la elección del duque de Antin como Gran Maestre general y perpetuo de los masones en el reino de Francia. Precisamente, este noble se había iniciado con el duque de Richmond en una logia parisina. Hay cierta polémica sobre estas fechas fundacionales, y la relación entre la estructuras masónicas inglesas y francesas en estas décadas centrales del siglo XVIII, debido a las diversas fuentes.

En 1773 se creaba el Gran Oriente de Francia. Su fundador fue el duque de Montmorency-Luxembourg, en vísperas de la Revolución y un intenso debate interno entre la centralización y el cosmopolitismo, y sobre cómo organizarse en las logias, la polémica sobre la elección de los cargos, habida cuenta de la existencia de dignidades y oficios heredados, como lo que ocurría en muchas instituciones propias del Antiguo Régimen, y también sobre determinadas prácticas que nada tenían que ver con la igualdad entre los hermanos. Por fin, Napoleón intervendrá en este proceso obligando a la unificación masónica en 1799, aún sin ser perfecta, porque algunas logias no aceptaron este proceso.

La Masonería francesa desarrolló un vivo interés por estudiar la cuestión del Rito, al existir dispersión sobre lo que se practicaba en las logias. Se transmitía por vía oral y a través de las anotaciones de muchos hermanos, pero estos dos métodos no eran los más adecuados para mantener una cierta unidad, generándose interpretaciones y desviaciones en función de los gustos de las distintas logias. Este interés comenzaría en 1773, época en la que trabajaron masones destacados como Jean Jacques Bacon de la Chevaliere, que intentará tender puentes con la rama francesa de la Estricta Observancia Templaria, un Rito masónico de mediados del siglo XVIII, creado por el barón Karl Gotthelf Von Hund, pero que no culminó con éxito. Por su parte, el marqués de Savalette de Langes, que tuvo un intenso protagonismo en la Masonería, y fue en 1782 primer supervisor de la Cámara de Grados.

En 1781, en la decimosexta Asamblea de las tres Cámaras reunidas, Cámara de Administración, Cámara de París y Cámara de Provincias, se planteó la cuestión de los Grados simbólicos. Lalande presentó un proyecto para el Grado de Aprendiz. Alexandre Roëttiers de Montaleau fue el encargado del trabajo de establecer un Rito unificado. Este medallista y grabador fundamental en la Francia de la segunda mitad del siglo XVIII, fue director de la Moneda de París en tiempos de la Revolución, y un personaje de primera magnitud en la Historia de la Masonería. Su vinculación con la Orden fue exhaustiva, siendo uno de los hermanos que consiguió que no naufragara en tiempos de la Revolución.

En la Asamblea del 24 de junio de 1784 el grupo coordinado por Roëttiers de Montaleau presentó un proyecto de los tres Grados. Pero el proceso de creación del Rito fue complicado porque se produjeron tensiones entre la Cámara de París y la de las Provincias, además de que, en aras de la autonomía, había logias que querían mantener sus peculiaridades. En julio de 1785 se vota y aprueba el Cuaderno del Grado de Aprendiz. En 1786 el trabajo se termina.

El texto se entregaría a las Logias en transcripciones manuscritas con la orden de que se siguiera; al parecer, se entregaban cuatro copias, tres para el Venerable, dos para los dos Vigilantes, y una cuarta para el Arquitecto-preparador. La violencia e inestabilidad de la Revolución no favoreció el asentamiento del Rito, y el propio Gran Oriente de Francia sufrió una época difícil entre 1793 y 1796, en tiempos del Terror. En 1801, se imprimió con Napoleón el “Régulateur du Maçon”, la referencia del Gran Oriente de Francia. Establecía que la Masonería pretendía hacer a los hombres virtuosos y unirlos por una profunda amistad, además de defender una vida en igualdad, como hermanos. Era toda una declaración de evidente espíritu ilustrado, superador de las prácticas viciadas del Antiguo Régimen. Favoreció, indudablemente, el desarrollo de la Masonería. En todo caso, aún no era conocido como el Rito Francés.

El Régulateur funcionó hasta 1858 cuando el Gran Oriente de Francia revisó el Rito. En ese momento, aparece el Ritual Murat. La gran diferencia con el anterior tiene que ver con la religión, ya que se estableció que todo masón debía creer en Dios y en la inmortalidad del alma, aunque se define la Masonería como “filantrópica, filosófica y progresista”. Recordemos que nos encontramos en pleno Segundo Imperio, y se produce una clara influencia conservadora, con el conservadurismo social y político de la Francia de Napoleón III. Según este Ritual, los masones deberían estudiar la moral universal, las artes y ciencias, y practicar las virtudes.

El Gran Oriente de Francia eliminó en el Convento de 1877 la obligatoriedad de dedicar los Trabajos a la Gloria del Gran Arquitecto del Universo, así como la obligatoriedad en la creencia en Dios y en la inmortalidad del alma para poder ser iniciado, en los inicios de la todavía inestable III República Francesa. Dos años después, el Gran Colegio de Ritos eliminó los fundamentos religiosos. Este cambio es fundamental en la Historia de la Masonería, aunque, los masones belgas ya habían iniciado este camino unos pocos años antes. A partir de entonces, en lo que conocemos como el Rito Francés, la Masonería tendría por principio “la libertad absoluta de conciencia y la solidaridad humana”. La influencia del liberalismo más democrático, como la propia presión de tendencias republicanas y laicas estarían entre las causas que explicarían la superación de la tendencia más religiosa de la Masonería anterior. Por otro lado, comienza a establecerse una compleja, pero real relación entre la Masonería y el creciente movimiento obrero.

En 1887 se establece el Ritual Amiable, con al triunfo del positivismo, marcado laicismo y defensa de la secularización, que sigue una parte importante de la opinión pública francesa en los últimos decenios del siglo XIX, en lucha con el poder de la Iglesia en Francia. Eso se traduce en una clara pérdida del simbolismo en el trabajo de los masones. El nuevo Ritual hizo que la tenida masónica como tal, en realidad, desapareciera, siendo sustituida por una especie de reunión de hermanos sin las vestimentas masónicas, que debían tender a desaparecer. Tampoco se consideraba la necesidad de la Cámara de Reflexión. El Rito Francés caminaba en ese momento hacia el fin del sentido iniciático de la Masonería. Por otro lado, era la primera vez que aparecía el nombre de Rito Francés, además de aparecer la Francmasona: “Libertad, Igualdad, Fraternidad”. Posteriormente, hay una nueva versión del año 1907, conocida como Ritual Blatin. En 1922 se plantea una segunda reforma, debida al General Gérard, que creaba un ritual racionalista.

En 1938, se emprende una profunda revisión del Ritual gracias a la iniciativa de Arthur Groussier, un ingeniero, sindicalista y político de tendencia socialista muy preocupado por la cuestión social, y al que Francia debe muchas leyes sociales. Su gran contribución sería su defensa del retorno al simbolismo en el Rito Francés, respetando el carácter laico del Rito, ya que, sin éste, había perdido su propia esencia y no se diferenciaba claramente de otras organizaciones, clubes políticos o sociedades culturales, científicas o artísticas. Todo lo iniciático se recuperó, además de las vestimentas y los símbolos, pero alejados de las connotaciones religiosas. El Ritual de Referencia Grousier, entraría en vigor al terminar la contienda mundial, y dejaba muy clara la libertad de conciencia y el alejamiento del dogmatismo.

Posteriormente, se han realizado algunos cambios y actualizaciones en 1979, 2002, 2009 y en 2012 en relación con la incorporación de la mujer. Es importante destacar que en el año 1955 se creó la Logia “Du Devoir et de la Raison” que se puso como objetivo restaurar el Rito Francés tomando como base el Régulateur.

Sobre el Rito Francés es imprescindible la consulta de las siguientes obras: Pierre Mollier. Le Régulateur du Maçon 1785/1801 (Edition critique) Ed. A L´Orient. 2004; Joseph Casteli. Rite Français 1801. Le Nouveau Regulateur du Maçon. Edt. Maçonniques 2006; Daniel Ligou. Rituels du Français Moderne 1786. Edt. Champion- Slatkine. 1991; Pierre Yves Beaurepaire. L´Europe des Francs-maçons. XVII- XIX Siècles. Edt. Belin 2002; Leonardo Martínez, “El Rito Francés: historia y características”, en V.V.A.A. Francmasonería. Tres siglos de la refundación moderna. II Curso de Fundamentación, Madrid, Masónica.es, 2017, pp. 25-40; y el estudio del grupo de trabajo que dirige en España Víctor Guerra sobre el Rito Francés, y que podemos consultar en la red; y del mismo autor, Rito moderno. Una mirada desde el siglo XXI, en Masónica.es, Oviedo, 2014. Eduardo Montagut Contreras. Doctor en Historia Moderna y Contemporánea.

Versiones del Rito Francés

Rito regulador del masón, el más parecido al rito primigenio de los modernos.

Rito francés moderno restablecido, actualización del rito regulador del masón de 1801.

Rito francés de referencia, confección ritual vigente en un determinado momento en una Obediencia masónica. En el caso del Gran Oriente de Francia, la última edición ha sido realizada en el año 2009, existiendo una versión en español.

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