Muchos físicos y astrofísicos creen que la filosofía está en desuso, o al menos, que es inútil para la ciencia.
Pero, tal vez, exista una concepción filosófica en el corazón mismo de la cosmología. El principio cosmológico establece, a grandes rasgos, que el Universo es homogéneo (se ve lo mismo en todas las ubicaciones) e isótropo (se ve lo mismo en todas las direcciones).
O tal vez el Universo no necesite ser homogéneo; la Teoría de la gravedad de Albert Einstein funciona bien si se considera que el universo no lo es, y la gravedad sea la causa de que las estructuras (materia) se distancien con el tiempo, aumentando las pequeñas diferencias iniciales. (Si estas diferencias iniciales provienen de las “fluctuaciones cuánticas” de las partículas virtuales que entran y salen de la existencia, o alguna otra teoría más “extraña”, es una cuestión que todavía no está resuelta).
Los científicos parecen titubear. El principio cosmológico es fundamental para la descripción de la evolución del universo, pero hasta ahora no hemos podido demostrar que sea cierto, por tanto, queda en hipótesis.
Además de las cuestiones de método, el contenido de la cosmología plantea preguntas filosóficas sobre la naturaleza de la existencia. La cosmología trata con los comienzos, de la manera más fundamental posible. ¿Comenzó el Universo en la singularidad inicial del Big Bang? ¿El tiempo mismo? (¿Y esa pregunta tiene sentido?) ¿O las singularidades (puntos de infinito localizado, como los agujeros negros) significan un problema con nuestras teorías?
No es necesariamente trabajo del cosmólogo meditar o responder a tales preguntas, del mismo modo que no es tarea de un filósofo de la ciencia crear una “teoría del todo”. Pero los cosmólogos podrían beneficiarse de una colaboración de sus compañeros de viaje filosóficos.
En el pensamiento antiguo, la astronomía era la disciplina del movimiento de todos los objetos a través del espacio y el tiempo. Junto a la astrología fue fundamental para el estudio de la filosofía y la teología, ya que todo lo divino o espiritual descendía de los cielos; lo que quedaba se consideraba “terrenal” y profano.
En algún momento de nuestra infancia nos volvemos conscientes de la independencia de nuestro ser de lo que nos rodea; nos volvemos conscientes de nuestro cuerpo, de nuestros propios pensamientos y las interrogantes cósmicas comienzan en nuestro interior.
¿Siempre ha existido el universo? o ¿Cuándo comenzó y cómo? ¿Se extiende el espacio en forma infinita en todas direcciones?
Todas las culturas se han hecho las mismas preguntas y cada una ha tenido su propia cosmología. Asombrosamente, la cosmología se ha convertido en una ciencia. Pero se trata de una ciencia especulativa. De todas las ciencias, la cosmología es la que requiere las extrapolaciones más extremas en el espacio y en el tiempo. Las últimas observaciones de la ubicación y los movimientos de las galaxias han revelado un universo muchísimo más irregular de lo que se pensaba, con racimos de galaxias que recorren extensas zonas en el espacio (el modelo del big bang supone, por el contrario, un universo uniforme, cuya materia se esparce en forma pareja a través de todo el espacio).
En el espacio, cuando algo sucede, lo hace muy lentamente. El Sol se ve cada día igual. Las estrellas jamás varían. En la enorme extensión del espacio, el tiempo parece alargarse y reducirse interminablemente, absorbiéndonos a nosotros, a nuestros tatarabuelos, a todos los seres humanos, a la Tierra entera.Aunque la cosmología moderna se basa en métodos científicos, formula preguntas fundamentales que la sitúan cerca del límite entre ciencia, filosofía y religión.
La Masonería de hoy no es más que un caparazón de su verdadero yo místico antiguo.
El universo mental, el cual es indescriptiblemente inmenso cuando se compara con el universo físico, es tan solo una microscópica parte de un mucho, pero mucho mas grande aspecto del universo, el cual puede ser descrito como el universo causal. Todos estos tres mundos, el físico, el sutil (o mental) y el causal son tan enormemente grandes que no pueden ser entendidos por la mente humana o descritas en palabras. Ellos están más allá de la imaginación, mas allá de la habilidad de la mente para comprender. Y mas allá de éstos, trascendiendo el físico, el mental y el causal, está el principio de la divinidad, la causa última de todo”.
Esta afirmación, coincide con lo manifestado en el libro de El Kybalion, cuando se explica el principio de Los Planos de Correspondencia (“Como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba”). Aquí, se considera que para los fines de la conveniencia del pensamiento y estudio, la filosofía hermética considera que el universo puede ser dividido en tres grandes clases de fenómenos, conocidos como los tres grandes planos, el gran plano físico, el gran plano mental y el gran plano espiritual.
Estas divisiones son mas o menos artificiales y arbitrarias, pues la verdad es que todas las tres divisiones no son sino grados ascendentes de la gran escala de la vida, cuyo punto más bajo es materia indiferenciada, y el punto más elevado es el del espíritu. Y, más aún, los diferentes planos se solapan uno al otro, de modo que no puede hacerse ninguna división clara y cortante entre los fenómenos superiores del físico y los inferiores del mental, o entre los superiores del mental y los inferiores del espiritual.
Recordemos algunas frases del Kybalion con respecto al Universo:
- “El Universo es mental, sostenido en la mente del TODO”
- “EL TODO crea en su mente infinita innumerables universos, que existen por eones de tiempo; y sin embargo, para EL TODO, la creación, desarrollo declinación y muerte de un millón de universos es como el tiempo del parpadeo de un ojo”
- “La mente infinita del TODO es la matriz de los universos”.
“El templo masónico es, en definitiva, un microcosmos que permite en su limitación de oriente a occidente, de sur a norte, del cenit al nadir, concentrar las energías de sabiduría, de vivencia, de luz. Es este logos universal, aplicable en todo sentido primordial, el que se constituye en el ideal de la institución masónica y es el que transfiere este ideal armónico y constructivo a los miembros de la Logia. De esta manera se confluye en una dualidad: la Logia es uno y es todo, es espacio y universo, es cosmos y templo interior, procura el cumplimiento particular de una idea universal, confluyendo y ligando de la única manera posible: la existencia de un tercero que permita unir adecuadamente los dos anteriores: la masonería”. Simbolismo Masónico del Templo, Logia y Universo.
En el libro de los Esplendores de Eliphas Leví se dice al respecto que “El templo de Salomón era, en efecto un edificio completamente simbólico. Su plano, sus construcciones, sus ornamentos, sus bases, representaban la síntesis de todas las ciencias. Era el universo, era la filosofía, era el cielo. Salomón había concebido el plano, Hiram lo había ejecutado con elevada inteligencia, los directores de los trabajos tenían la ciencia de los detalles, los obreros trabajaban con arreglo a los planos de los maestros. Esta jerarquía, tan racional y tan precisa, se toma en la masonería por el tipo de la sociedad perfecta”.
“Los Francmasones quieren reedificar el templo, es decir, reconstruir la sociedad primitiva sobre las bases de la jerarquía inteligente y de la iniciación progresiva, sin sufrir las trabas de sacerdotes y de reyes, y por eso se denominan francmasones, es decir, constructores libres.”
El Masón que considere como su templo al universo, se sentirá todo el tiempo cubierto por este pabellón celeste que es aquel infinito firmamento que entolda a toda la humanidad y todos los actos de su vida serán de un masón integro, de un masón que dejó sus asuntos profanos el día de su iniciación, de un masón que no tiene “pasos perdidos”, de un masón que durante todo el transcurso de su formación sea un esclavo del estudio de la ciencia y de la virtud y que en síntesis se sienta un hombre en todo el sentido de la palabra.
BIBLIOGRAFÍA
Frank C. Higgins, El comienzo de la masonería (1916).
Max Heindel. Freemasonry and Catholicism. ISBN: 1481883089
José Rodas C. El templo masónico y la concepción del universo