La antropología de la discreción masónica

A través de la estética y la epistemología de la discreción, los masones ven el mundo como un “bosque de símbolos” escondido a plena vista y en espera de interpretación.

Tomando la “discreción” como una categoría tanto etnográfica como analítica, el estudio antropológico de la discreción puede revelar no solo formas de práctica cultural consideradas secretas, sino también el arte interpretativo de decodificar que subyace al proceso de formación del conocimiento en el corazón de las Logias, (Lilith Mahmud).

La Francmasonería no es clandestina; una Institución que está en todas partes, que anida en el imaginario colectivo y que es conocida por un número ilimitado de personas, no es ni tan siquiera secreta, lo fue en otro momento histórico. Pero sí posee un conocimiento, ritos y métodos reservados lícitamente, para sus miembros.

No trata de ocultarse, sino de conducirse sin más complicaciones de las necesarias.

Tal vez los masones vean el mundo como Baudelaire: el referido anteriormente “bosque de símbolos”. Es cierto, está vedado el método y por este motivo se les instituye como un grupo que adopta formas de práctica consideradas secretas. Lo que late en la intimidad del corazón de las Logias y se mantiene gracias a la discreción es la práctica interpretativa de decodificación que subyace al proceso de formación del conocimiento.

Etimológicamente, la palabra “discreción” deriva del latín discretio, y tiene la misma raíz que las afines “distinción” y “discernimiento”, por lo que implica el poder de separar y distinguir. Sin embargo, a diferencia del habitus de la distinción y también como la noción comunicativa de hexis corporal, discrecionalmente implica un cierto grado de intencionalidad, de conciencia, de curiosidad y sospecha por parte del practicante. La discreción es, pues, una práctica y, a menudo, una práctica explícita.

Con la práctica de la discreción, los masones aprenden a ver la realidad superpuesta sobre la existente, que no está oculta pero tampoco es explícita. Los objetos tienen el poder de irradiar más allá de sus límites materiales para sugerir un espesor de interpretación que les acerca a la verdad.

La discreción requiere la comprensión de que los objetos están al mismo tiempo a la vista y ocultos a la vista. Los símbolos están en todas partes y los eventos son públicos, pero el masón adquiere el conocimiento necesario, ya sea esotérico o social, para descifrar, para participar, para ver, para polarizar experiencias de convivencia.

Si nos referimos a las obras de los francmasones operativos, reconocemos una cultura preexistente y compartida, o un conocimiento histórico. Son, como las llamó Baudelaire: “correspondencias simbólicas” en la existencia.

Y parece ser una discreción connatural, porque la Masonería es buena manteniendo secretos para leer mapas, que es en realidad, el objetivo de cuidar la Pedagogía en las logias masónicas.

Ese es quizás el más importante y codiciado secreto de la Masonería: “que el secreto no puede ser revelado en palabras”, Jacques (Giacomo) Casanova de Seingalt (2007); ese secreto no consiste en la oralidad que se pronuncia, sino que en realidad es una experiencia única, no transmisible en palabras humanas.

“Es un conjunto de experiencias que deben ser practicadas para ser entendidas” (Casanova de Sein-galt 2007: 57).

Para el lenguaje de Borges Turner (1969), esta creencia es la experiencia de “communitas”.

Ser discreto significa participar en un método de prácticas para alcanzar un conocimiento de la verdad oculto de la vista, haciendo posible que ese mismo conocimiento se comparta entre los miembros de un grupo. Y es la capacidad de participar en las prácticas de discreción las que confirman la experiencia de pertenecer a una Logia. Esto no es hablar de marcadores de Masonería, como el compás o un escudo, identificables como masónicos por muchos profanos. Hablamos de una experiencia.

Saber cuándo o dónde puede proporcionarse información, con criterio (cuánto puede o debe proporcionarse), y con reserva (circunspección y comedimiento), es alcanzar la virtud personal de la prudencia y moderación. La cualidad de ser discreto, especialmente hace referencia a las propias acciones o a las de un entorno cerrado.

También es el desarrollo del respeto por la experiencia y posición de otras personas en la vida y el respeto por la propia experiencia y posición.

La responsabilidad requiere discernimiento, discreción y moderación: usar nuestras habilidades de forma cuidadosa y juiciosa.

Muchas personas piensan que la discreción es simplemente mantener la boca cerrada. Pero esto no es discreción. Saber cuándo hablar y cuándo callar, requiere habilidad y un alto nivel de auto aceptación.

¿Cómo sé cuándo hablar y cuándo no hablar? Sin conocimiento no puede hacerse. Pero, de hecho, puede haber un tiempo muy largo entre la experiencia del conocimiento y la expresión del conocimiento.

La idea de la discreción en un contexto más amplio está ligada a aprender, a una mayor comprensión de uno mismo, su naturaleza, la dinámica de sus relaciones, y a una fuerte lealtad a tu propia vida interior. Es disfrutar de una libertad experimentando su responsabilidad.

¿Cómo se pude desarrollar la discreción? Convirtiéndonos en estudiantes de la verdad.

¿Cómo sabemos que es nuestro camino? Porque existe una relación no causal entre los acontecimientos internos y externos, una diafonía entre la mente y la materia, que está gobernada por una cierta especie de atracción. Una atracción no relacionada con promesas de riqueza, poder, placeres, glorias, intervenciones divinas, contactos angélicos y todo este tipo de cosas. Lo que nos impulsa hacia adelante es una especie de farolillo que nos orienta.

Baltasar Gracián

“El Discreto de Gracián”, sale a la luz en 1646; es su obra más desapercibida… El protagonista ya no es un hombre excepcional, como sucedía en “El Héroe”. Ahora se trata de un hombre prudente, que necesita muchas cualidades para desenvolverse en sociedad. Gracián llevaba al menos cuatro años trabajando en su teoría sobre la agudeza, hasta que llega a la discreción. El discreto debe ser prudente, sagaz, inteligente, dotado de buen gusto y buena educación… vamos, ¡Es la persona perfecta!

BIBLIOGRAFÍA

Lilith Mahmud. The Brotherhood of Freemason Sisters: Gender, Secrecy, and Fraternity in Italian Masonic Lodges. University of Chicago Press, 2014. ISBN: 978-0-226-09586-8

Clifford Geertz. The interpretation of cultures. 1973

Baltasar Gracián. El Discreto.

 

© COPYRIGHT 2020 Outsiders Arts. Todos los derechos reservados.