La espiritualidad se experimenta y se siente internamente como un estado del ser, difuso pero muy poderoso.
La espiritualidad no es prisionera de conceptos intelectuales: se escapa de los pensamientos con el único objetivo de sorprendernos y desarrollar el deseo de experimentarla.
Parece ser, que no puede “vivirse” sin una base de prácticas regulares, como lo son los rituales y ritos masónicos. Pero no está reservada a un grupo o a una élite secular o contemplativa, sino a todo aquel que aspire a transformar su vida en un tiempo precioso que congratule su corazón, cuerpo y alma.
La iniciación masónica es más que un rito ceremonial; es un profundo viaje de autodescubrimiento y crecimiento personal. Mediante herramientas simbólicas y enseñanzas alegóricas, los aprendices son guiados a reflexionar sobre sus propias vidas, valores y propósito. El proceso de iniciación enfatiza la importancia de la integridad moral y la búsqueda del conocimiento.
Para muchos masones, este viaje es transformador: invita a descubrir otras perspectivas que moldean su carácter y guían sus acciones en todos los aspectos de la vida.
¿Alquimia espiritual?
“Cada vida es un desarrollo psíquico… la tarea más noble del individuo es tomar conciencia de sí mismo”, Carl Jung.
Esta alquimia interior desarrolla la individualidad y no el individualismo, promueve la apertura a los demás y el reconocimiento de la propia alteridad. Cuerpo y mente son aspectos de una realidad psíquica global, donde el cuerpo es tan metafísico como el intelecto.
INICIACIÓN: Una vez, sólo una vez y para siempre.