¿Es la cámara de reflexión un símbolo cercano a la Caverna platónica? ¿Cuál es su reflejo en los diálogos de Platón, o en el ensayo de Porfirio, “La Gruta de las Ninfas?

La Alegoría de la caverna. Imagen: bloghemia.com

Entre las primeras influencias de las fuentes clásicas sobre la Masonería, tal vez destaquen los “Diálogos” de Platón y el ensayo de Porfirio (S.III), “La gruta de las ninfas”, sobre un poema de Homero, de más de mil años antes- la “Odisea” (canto XIII, versos 102 al 112), en los que describe alegóricamente esta gruta de la isla de Ítaca, y su relación con el descenso de las almas a la Tierra.

Examinando estos dos, junto con la caverna platónica, podemos encontrar posibles fuentes para algunas de las posiciones filosóficas de la Masonería y de al menos uno de sus rituales: la Cámara de Reflexión.

Los antiguos simbolizan en la caverna el mundo compuesto de materia. Por lo tanto, a causa de la materia, el mundo es oscuro y tenebroso; solo gracias a la forma que se le añade, y la ordena (a la que le llaman cosmos), se vuelve hermoso y agradable. (…) Así pues el exterior de la caverna es superficialmente agradable y el interior y sus profundidades son oscuros.

No se consideraba la caverna como un símbolo solo del mundo sensible, sino también de todas las fuerzas ocultas de la naturaleza.
Son por estas creencias que Pitágoras, y más tarde Platón, denominaron caverna al mundo.
Al tener dos puertas, la caverna no representa tan solo la esencia inteligible, sino también la naturaleza sensible; pero es una esencia unida a la materia.

Platón presenta su comprensión de la condición humana con una imagen de seres no iluminados a quienes describe como aprisionados sin darse cuenta de los límites de su comprensión, en lo que hoy podríamos describir como oscuridad psicológica.

Los masones modernos, como Platón, ven a este tipo de individuo ilustrado como una fuente de liderazgo moral en la sociedad en general, personificando este modelo.

Fuente probable de las imágenes utilizadas en el desarrollo del ritual masónico de la Cámara de Reflexión pueden ser las palabras de Porfirio, quien se basó repetidamente en los Misterios Mitraicos afirmando que:

“Los persas, místicamente significando el descenso del alma a las regiones sublunares, y su regresión desde allí, inician al místico (o aquel que es admitido a los ritos sagrados arcanos) en un lugar que denominar caverna”.

Para adentrarse espiritualmente en el sentido de la Cámara de Reflexión, debemos mirar más allá de cualquier mito y leyenda e incluso de los fundamentos de la Filosofía Griega.

Al buscar revelar los secretos espirituales, metafísicos y psíquicos, los masones deberíamos redescubrir el pasado hermético de nuestras tradiciones, sin dejar de estudiarnos y analizarnos a nosotros mismos para poder desvelar significados: encontrar, visitar y conocer nuestro Lado Interior/Naturaleza, para llegar a nuestro Ser Interior o Piedra Oculta, la Piedra Filosofal de los Alquimistas, la Piedra Bruta de los Francmasones.

Describe Carl Jung que un individuo afortunado puede liberarse de las limitaciones de esta “cueva” y volverse consciente del valor ético y moral superior de la experiencia. ¿Cuáles son los límites de nuestra Cámara de reflexión interna y como esperamos superarlos?

Imagen: el sigma.com

Uno de los conceptos centrales de Jung es la individuación, con la que se refiere al proceso de desarrollo personal que implica establecer una conexión entre el ego y el yo. El ego es el centro de la conciencia; el yo es el centro de la psique total, incluyendo tanto el consciente como el inconsciente. La parte más interesante de esa declaración es el hecho de que el Ego y el Ser son entidades diferentes que deben integrarse.

La Masonería elige simultáneamente someter nuestros egos y encontrar nuestro “yo”. Las capas más profundas de la psique pierden su singularidad individual a medida que se adentran en la oscuridad. Esto quiere decir que a medida que se acercan a los sistemas funcionales autónomos, se vuelven cada vez más colectivos hasta que se universalizan. De ahí que el fondo de la psique es simplemente “mundo”.

En la Masonería, la Cámara de Reflexión es una pequeña habitación oscura donde los candidatos deben sentarse en silencio y reflexionar sobre el significado de su iniciación. “Instrucción” es la penúltima entrada del “Liber Primus” de Jung, donde es llevado a la oscuridad en una habitación donde se sienta exhausto: es un paralelo con los grados masónicos. El primer paso en el proceso de individuación es darnos cuenta de nuestro propio potencial para la oscuridad, para hacer esto el Iniciado debe despojarse de su falso sentido de sí mismo y de su naturaleza idealizada.

La sombra junguiana. Imagen: Diario Masónico

La Logia de los Compañeros se sitúa en sentido figurado y según Jung, en la cámara central del Templo del Rey Salomón, que representa el alma, con muchas características del inconsciente personal, por lo que el trabajo en el Segundo Grado entraña un serio trabajo psicológico.

Continuando con la terminología de Jung, la logia del Maestro Masón representa de modo general al inconsciente colectivo. Esta logia se encontraría en la parte de la psique que está en íntimo contacto con el cuerpo.

Parece ser que Jung afirma que el trabajo en los planos superiores de la estructura psicológica, puede abrir la conciencia del individuo y el inconsciente.

La Cámara de Reflexión está llena de conceptos intelectuales, es un verdadero desafío como espacio para integrar mnuestra conciencia y/o nuestra parte del inconsciente para buscar el significado real de ser masón.

En el sub-suelo del Templo masónico de Tenerife se encuentra una Sala de Reflexiones hecha en un tubo volcánico natural. Imagen: Federico García Barba.

La Reflexión es una facultad compleja, por la cual la conciencia activa ilustra y completa el Conocimiento que el estado de espontaneidad había dejado en tinieblas y confusión. El Hombre o Mujer que reflexiona, se preocupa de las cosas que suceden en el interior de su pensamiento, encontrándose casi forzado a aislarse de todo acontecer exterior que lo asedie, suspendiendo la función de los órganos que los perciben.

El Francmasón que reflexiona, necesita recogimiento, quietud, oscuridad y silencio – para comprender los fenómenos del espíritu, y distinguir claramente aquellos objetos invisibles e impalpables ocultos por la luz y que sólo el silencio de la noche puede revelar.

Mientras el profano desciende simbólicamente a lo más denso e inferior, encontrándose en la oscuridad en la Cámara de Reflexión, está en conflicto con la dualidad de personalidades, por un lado, la material, compuesta por un cuerpo físico, y por el otro el cuerpo etéreo, la mente y las emociones que ha construido con sus circunstancias particulares.

Imagen: Diario Masónico

Patanjali, en los Yoga Sutras, se refirió a la meditación que fijó la atención en un objeto, pensamiento o incluso una palabra, y una meditación en la que no se usa un objeto de enfoque intencional, sino que el individuo atiende a cualquier pensamiento o imágenes que le presenta su mente inconsciente. A estas alturas debería quedar claro que la Cámara de Reflexión puede considerarse como parte de elementos de ambos enfoques. La imaginación masónica combinó las historias proporcionadas por los escritores griegos, la imaginería exótica del mitraísmo, con lo que puede (o no) haber sido un descubrimiento intuitivo de una técnica que, cuando se combina con un ritual iniciático, que también se basa en modelos y tecnologías antiguas. del espíritu, sirve con bastante eficacia para intensificar y mejorar la experiencia de los estados alterados de conciencia destinados a inspirar el crecimiento de la autoconciencia y la iluminación.

El propósito de la cámara de reflexión es dar al candidato la oportunidad de prepararse para su iniciación. No es solo para la preparación externa: se le alienta a través de la autorreflexión a contemplar cuáles son sus motivos para unirse a la logia, en una habitación tranquila donde meditar. El aislamiento en esta habitación cavernosa es donde se experimenta una metamorfosis simbólica, el neófito emerge de este cámara transformado simbólicamente en una nueva persona. La cámara de reflexión está destinada a ser la primera experiencia del candidato en la Masonería; es una herramienta de preparación y no parte del grado en sí.

Representa un estado de matriz que indica, al mismo tiempo, un comienzo y un final. El final como profano, y el comienzo de una nueva vida como iniciado en busca de más luz. Según Andrew Hammer, en su libro Observando el oficio, “es la prueba de confrontarse a sí mismo, con la resolución de mejorar lo que enfrenta. Lo ponen en la oscuridad y el aislamiento porque ambas cosas juntas disminuyen la percepción del tiempo y hacen que un período de tiempo relativamente corto parezca mucho más largo. Este es el comienzo del viaje para cada candidato a medida que se embarcan en el reino místico y dramático de la Masonería.

Su objetivo final es hacer que el candidato alcance un sentido de realización personal, comprendiendo así el otro dicho que debería estar escrito en la cámara: Conócete a ti mismo. El significado que transmite es que uno debe buscar dentro de sí mismo, pues allí se esconde la verdad, y esta verdad es la verdadera solución al significado de la vida.

Después de escuchar unas palabras de advertencia llamando a la reconsideración de los pasos que está a punto de dar, palabras misteriosas que llevan un mensaje contrastante e intimidante de desánimo, el joven candidato, impulsado por la Convicción o la Curiosidad, decide ignora tales “advertencias”, y entra valientemente en esa habitación “parecida a una caverna” el día de su iniciación.

¿De qué se trata esto?”; “¿Por qué me han encerrado?”; “¿Es así como mejoran a los Hombres Buenos?

Imagen:gabineteakro.com

En la Masonería moderna, la cámara equivale al sifón alquímico, donde el Recipiente experimentará la transmutación mediante la conjugación y regulación de sus energías recónditas. El Profano “desciende a los Infiernos”, debe morir primero, para “resucitar” y alcanzar la luz de la Iniciación.

Habrá una abstracción interior, como la matriz original, para que pueda emerger de las profundidades de la tierra (la caótica materia densa) a la sutileza del espíritu. Este lugar también es representativo tanto del Macrocosmos como del Microcosmos, es decir, del Universo y del Hombre. En él se manifiestan cuatro niveles o planos superpuestos donde se encuentran los elementos básicos de la Alquimia: tierra, fuego, agua y aire.

El primer nivel pertenece al del Fuego, elemento primordial para el trabajo de transmutación; el segundo y tercer nivel pertenecen a los del Agua y la Tierra, las sustancias transformadoras, y el cuarto nivel pertenece al elemento Aire, la sutileza de los gases relacionados con la trascendencia. Es particularmente importante subrayar el uso de ciertas frases inscritas en las paredes de esta cámara; estas frases llevaban mensajes como: “SI LA PURA CURIOSIDAD LES HA TRAIDO AQUÍ, ¡SAL!”; “¡CONOCETE A TI MISMO!”; “VITRIOL”, etc. Estas inscripciones nos invitan precisamente a “visitar las entrañas de la tierra”, es decir, a efectuar una introspección de nuestra personalidad, siendo capaces de “rectificar”, de separar lo denso de lo sutil, y así encontrar la “piedra escondida” de los Filósofos, la Verdadera Piedra Filosofal donde reside la verdadera capacidad de transmutación del Profano.

Para el Francmasón, la transformación la Piedra Bruta en Oro o Piedra Cúbica es la manera en que el Hombre y la Mujer se convierten en el objeto de “La Gran Obra: el Templo de la Humanidad.

Cámara de Reflexión de una Logia de Brasil

De los cuatro elementos que reinan en la Naturaleza (Tierra, Agua, Aire y Fuego), la Tierra es el primero que debemos “superar” durante nuestra Iniciación Masónica. Nuestra estancia momentánea en la Cámara de Reflexiones nos hace recordar el Estado de Ignorancia en el que nos encontramos los humanos y nos prepara para quedar indefectiblemente abiertos a un Nuevo Estado de Conciencia. Este, es el lugar donde se separan dos mundos, el Profano y el Sagrado; Este es el punto crítico donde comienza el Renacimiento y/o la Transformación); El retorno a la Vida, encontrándonos y despojándonos de nuestras viejas personalidades (egos y máscaras), recuperando nuestro auténtico ser, que a su vez nos conducirá al Verdadero Initio.

HISTORIA

El descubrimiento espiritual es siempre tentativo, parcial y sujeto a revisión. Antes del siglo XIX, los textos que los primeros masones, tanto de los masones especulativos como los que los precedieron, porque creo que los masones operativos no solo se dedicaban a estudios espirituales especulativos, sino que con toda probabilidad sabían más sobre ellos que los masones de hoy, eran bastante escuetos: redacciones derivadas limitadas y a menudo representadas de un puñado de obras clásicas, ellas mismas influenciadas por textos egipcios y de Oriente anteriores.

La opinión de consenso desde el siglo XVIII al menos, es que la Masonería desciende de los principios filosóficos y metafísicos del hermetismo y la alquimia del antiguo Egipto, las prácticas rituales del mitraísmo, las enseñanzas de los esenios, el cabalismo judío y de acuerdo con un subconjunto de las tradiciones masónicas, de los Caballeros Templarios.

La Masonería es la heredera espiritual e intelectual de esas tradiciones, existiera o no un linaje directo. La erudición moderna ha refinado nuestra conciencia de los orígenes antiguos de las prácticas relacionadas con la conciencia alterada.

Imagen: eltiempo.com

Los antiguos sabios egipcios, persas y griegos adoptaron la costumbre de rodear sus enseñanzas de enigmas que sólo podían contemplarse en silencio, y que expresaban principios invariables y uniformes que formaban un conjunto perfecto y armonioso que, al mismo tiempo, definía una ceremonia de carácter religioso y secreto necesario para la Iniciación y Formación de todos los Sacerdotes y Sacerdotisas que desearan desentrañar estos enigmas. Estos enigmas comprenden todo lo relacionado con las posibilidades de desarrollo del estado humano que culminan con lo que se ha llamado “Restauración del Estado Primordial”, y no son más que una preparación para Los Grandes Misterios que atañen a la realización de los super- estados humanos, y conducir al Iniciado hacia estados de orden espiritual hasta alcanzar la luz.

De estos misterios se derivaron las doctrinas de Confucio, Zoroastro y Hermes Trismegisto. Tales eran las características atemporales de los Antiguos Misterios, que fragmentos de estas enseñanzas han llegado a la Francmasonería Moderna.

En los misterios mitraico-zoroastrianos, el neófito estaba sujeto a un ayuno riguroso ya una serie de pruebas y juicios, donde los métodos para excitar el temor y el temor variaban ingeniosamente; se simularon todo tipo de sonidos y ruidos, también se implementaron los rugidos de animales feroces, la explosión de truenos, relámpagos, azotes con palos, lamentos, gritos de horror o dolor, y las sensaciones de calor o frío, haciéndole nadar en ríos de fuerte corriente y caminar por zonas abrasadoras. Todas estas pruebas y ensayos duraban entre veinticuatro y ochenta días, al término de los cuales se introducía al candidato en una caverna real. Estas cavernas iniciáticas eran de tamaño pequeño, sus paredes y techos estaban pintados con signos astrales y representaban el mundo, el movimiento dual de los planetas y el paso de las almas por las esferas celestes. Una vez dentro, se hacía que el candidato caminara a través de una escalera o puente a lo largo del cual había siete puertas, cada una hecha de un metal diferente que simbolizaba los atributos respectivos de cada planeta.

Santuario del mitreo en el subsuelo de la Basílica de San Clemente Laterano en Roma

Esta Escalera fue adoptada posteriormente por los judíos y figura en el sueño mítico de Jacob, y actualmente es un símbolo indispensable en varios de nuestros Grados Masónicos. A medida que se acercaba el clímax de la ceremonia, el nuevo adepto era conducido a una habitación más grande donde se sometía a algún tipo de Bautismo, y finalmente estaba preparado para recibir las Siete Lecciones que constituirían la culminación de su Iniciación.

Con el tiempo, esta ceremonia en particular comenzó a ser implementada por casi todas las Escuelas de Misterios, hasta que se abrió paso en los Rituales Masónicos en la forma de “La Antesala” o “Cámara de Reflexiones”.

En los Misterios Mayores, celebrados en Elleusis durante el mes de septiembre, estas ceremonias tenían una duración de nueve días y se realizaban en honor a las Diosas Deméter y Perséfone.

El Templo estaba dividido en tres partes: el “Megaron” o Santuario (correspondiente al Sanctum Sanctorum del Templo de Salomón), el “Anactoron” o Salón Principal (equivalente al lugar de oración colectiva), y la Cámara Subterránea ubicada justo debajo del templo.

Las Regiones Infernales y/o Castigo para el impío no iniciado, estaba representada simbólicamente por esta Cámara Subterránea, y recordaba un episodio del drama de Deméter, Perséfone y Plutón. Dentro de los muros de este templo, las creencias y enseñanzas de una vida celestial después de la muerte fueron impartidas con seriedad a sus “Adoptados” o Aceptados, y así se expandieron a estudios más profundos de Cosmogonía y Antropogénesis.

Primera fotografía documentada del Dolmen de Menga. Imagen: diariosur.es

En los Misterios Druidas, casi en su totalidad nativos de las regiones de Britania y la Galia, sus rituales, traídos de Grecia por vía escandinava, requerían que el Iniciado pasara por una gran purificación física y preparación mental; su Primer Grado fue conferido al infligir una muerte simbólica al aspirante, que culminó en su logro del Tercer Grado o regeneración, momento en el cual fue colocado en un bote que simboliza su disposición para zarpar en el viaje de la vida Los formidables egipcios, mayas e incas solían dejar solo al Iniciado, encerrado dentro de la propia cámara funeraria de una pirámide, tendido dentro de un ataúd y rodeado de momias y otros lúgubres emblemas, para que pudiera reflexionar sobre los escalones a punto de ser tomado- que a menos que salga triunfante, tal fracaso podría costarle la pérdida permanente de su libertad.