La supuesta “regularidad” masónica

El tema que nos ocupa siempre  ha causado cierta confusión, no solamente por la complejidad que aparenta revestir, sino por la ignorancia, contradicciones, ambigüedades, y malos entendidos que innecesariamente causa en nuestra Orden y con mucha más razón, en el mundo Profano.

Regularidad” o “irregularidad”  ¿de qué, porqué o de quién…? ¿De dónde proviene esa verdad o principio único que la definiría?

Si partiendo de este punto observamos que, en muchos casos  no hay un total acuerdo acerca de cuáles son los principios materiales que definen y diferencian este concepto, muchas veces artificialmente establecido,  ¿qué le podría  quedar a un Aprendiz  como verdadera enseñanza, sino recurrir a la filosofía del grado en que está trabajando?

 

Obra de Alfons Mucha, pintoy y masón

Porque a final de cuentas, es solamente el conocimiento, la intuición y finalmente el apoyo secundario de la razón,  lo que nos ayudará a entender verdaderamente este asunto.

Por otro lado, es también harto inconveniente que los propios Masones (y me refiero con esta afirmación a toda la Hermandad Universal),  quienes se jactan de estar “dentro del templo”, y siempre que se aborda este tema se tiende a caer en disputas, materialismos,  y discusiones de corte administrativo y organizativo característicos  del  mundo profano que nos rodea, obviando abiertamente los aspectos que en esencia, son los más importantes y que más nos competen como iniciados y como miembros de una institución ancestral.

Si analizamos la definición de “regularidad”, observamos que tiene diversas acepciones dependiendo del contexto en que se encuentre. Algunas son referentes a “la temporalidad de una acción” (que algo se haga regularmente o no) y nada tiene que ver con el significado que nos ocupa.

Sin embargo, si asimilamos la definición aplicable a nuestro caso, aunque sea aproximadamente,  podríamos definirlo como “la exacta observancia de la regla o del dogma” (y así lo define el diccionario de la R.A.E), y así es aún cambiando la palabra “dogma” por la palabra “doctrina”, al ser aplicada a muestra orden que es de origen esotérico y NO exotérico.  En otras fuentes, también se define como: “Hecho de suceder una cosa con arreglo a una determinada norma”.

  • recipiendario -ria. Procede del latín recipiendus (‘el que ha de ser recibido’), de ahí su sentido originario de ‘persona que es recibida solemnemente en una corporación, para formar parte de ella’: «Los dos académicos más recientes […] salen a recoger al recipiendario» (Abc [Esp.] 16.6.96). Hoy es cada vez más frecuente su empleo como equivalente de receptor (‘que recibe’), sentido que, aunque opuesto al etimológico, se ha extendido en el habla culta y se considera aceptable: «Fue recipiendario, de manos del gran mariscal de Ayacucho, de los pendones ganados al ejército invasor» (Salvador Ecuador [Ec. 1994]). Son incorrectas las formas recipendario, recipendiario y recipiendiario.

 

Por otro lado,  si nos remontamos a su raíz etimológica, existen dos  acepciones: la primera del latín “regulare” que significa “ establecer o estar de acuerdo al orden frente a una situación o asunto”, la cual parece ser la más explicativa;   y otra bajo el término “regularis”, que hace referencia a “todo aquello que se adapta y somete a ciertas reglamentaciones”.

Hablando desde el punto de vista de su concepción administrativa original,  – que sería en el caso que nos ocupa la menos importante -, se podría definir como  logia “regular”, aquella que es reconocida tanto a nivel nacional como internacional, con la “regularidad” Masónica que solo otorgan los Grandes Orientes,  por lo que por asimilación y tomando como base ese mismo criterio,  un Masón sería “regular”  cuando es  un obrero activo y trabaja en una Logia “regular”,  entendiéndose también por Logia “regular” como aquella que cumple con todas las constituciones  y reglamentos internos (tanto del país donde se encuentra, como del Gran Oriente que la ampara) y está debidamente instalada  y autorizada legalmente con una carta patente otorgada por una Potencia Masónica “regularmente” establecida.

También desde el punto de vista histórico, administrativo y organizativo, existen dos versiones de esta “regularidad”: la primera tiene como obediencia la Gran Logia Unida de Inglaterra; y la otra el Gran Oriente de Francia.

Estas dos corrientes no tienen relaciones administrativas entre ellas. En este punto, es  necesario detenerse muy brevemente para aclarar, que el término “regularidad”, comenzó a usarse por primera vez en el año vulgar de 1.723, con motivo de la primera promulgación de las Constituciones de Anderson, y su difusión con mayor énfasis llegó tras la Revolución Francesa y de la Guerra de Independencia de los EE.UU., por lo que teniendo como escenario estos hechos históricos, podemos apreciar  el verdadero origen profano en la aplicación de este término, y por lo tanto, poco recomendable el criterio de aplicación a la Masonería primigénia.     

© Fondation de l’Œuvre Notre-Dame/ Stéphane Potier

Dado que el mismo término  no existía en épocas anteriores,  ni siquiera en los inicios de la Edad Media e incluso en los tiempos en los que los Masonería operativa y sus antecesores eran  custodios de la verdadera tradición, no era lógico ni natural establecer ninguna diferenciación, como sucedió al haber degenerado a una Masonería mal llamada “especulativa”.

No es ni mucho menos nuestro objeto establecer las diferencias entre estos Grandes Orientes, ni determinar el por qué cada uno de ellos tiene su propio concepto.  La intención de esta aportación es totalmente diferente.

Si analizamos el concepto desde un punto de vista Masónico muy general, sin entrar todavía en apercepciones más objetivas y sin cometer el error de expresar  apreciaciones personales,   podríamos decir,   que existen tres tipos de principios de “regularidad” y que  deberían ser cumplidos concurrentemente, para que una logia  pudiera ser denominada “regular” (insistimos en este término, a efectos solamente explicativos).

  • La primera, es la llamada “regularidad de origen”, que  viene dada si los Masones fundadores de la misma.  “regularmente”  constituidos,  apegados a la norma, a la doctrina y a la ley Masónica.

 

  • La segunda vendría dada por el estricto apego y cumplimiento del respectivo ritual, (del verdadero ritual transmitido en la cadena iniciática y no cualquier otra deformación del mismo), necesario y tiene que ver con lo mencionado anteriormente en cuanto a “estar de acuerdo al orden”,  a la tradición y al evitar incurrir en errores dogmáticos y profanos.

 

Finalmente y a nuestro juicio la más importante,  por ser la nuestra una institución de carácter esencialmente esotérico e iniciático,  sería la  “regularidad”  Iniciática”  que vendría siendo verdaderamente real y efectiva, siempre y cuando esa vinculación  haya sido válida y valga la redundancia,  realmente efectiva ( y no virtual) a nivel individual y espiritual en cada uno de los HH:. que la integran, una vez iniciados.

Es menester también, que  posteriormente haya sido debidamente asimilada por ellos,  lo que traería como consecuencia un adecuado y genuino apego a la tradición primordial, al conocimiento progresivo de la verdadera sabiduría,  y a la formación y trasmisión espiritual, tanto para los que conducen la Logia, como para lo que deben ser guiados.

Es por esa razón,  que el Q:.H:. Rene Guenón,   nos dice en su obra “Apercepciones de La Iniciación”:

(…) la única “regularidad” masónica autentica,  es la regularidad iniciática y de ninguna otra manera la supuesta “regularidad” que imponen algunas obediencias (…).    

Es por eso que, si en esto consiste la verdadera regularidad, es decir en el mantenimiento o restablecimiento de lo que  nos era totalmente natural en la época primordial, ¿ qué sentido tendría estar hablando ahora de otro tipo de “regularidad”, cuyo concepto se encuentra sumido en prerrogativas eminentemente materialistas y administrativas típicas de nuestra edad  y en especial de nuestra decadente era?

Por otro lado, según lo que nos enseña  nuestra tradición primordial, se menciona que un Masón es aquel que es reconocido por los demás masones como tal,  independientemente de otras percepciones, lo cual apoya aún más las anteriores aseveraciones.

Por todo lo anteriormente mencionado, es natural llegar a deducir  que la carta patente de un taller, NO garantizaría ni definiría en su totalidad  la verdaderaregularidad” de una Logia,  y que es debida a la actuación de  las luces del taller y del resto de los QQ.·.HH.·., quienes verbigracia  de su cualificación, conocimientos y  apego a los principios y a la tradición,  definirían el verdadero espíritu de la misma.

Esta verdadera “regularidad” también viene dadapor el cumplimiento del Rito, por el mantenimiento de la tradición, así como por una genuina transmisión espiritual que debe fluir en nuestras tenidas,  la cual es debidamente canalizada por el V.·.M.·., y nuestros Vigilantes como transmisores de la misma,  quienes con sus luces  y conocimientos, nos guían en forma adecuada.

De igual manera, viene dada  por el  trabajo diario, individual e interior de cada Hermano,  de su progreso y crecimiento personal en la devastación de su piedra bruta, haciendo realmente efectiva su iniciación para que la misma no  quede en letra muerta ni sea meramente virtual.

Por esta razón, deberíamos hacernos la siguiente pregunta:

¿Se podría denominar a una Logia como “regular” si aun estrictamente  apegada al reglamento administrativo y a las leyes, hacen del Rito un capricho o una parodia al modificarlo,  prescindir de él al libre albedrío, hacer de los trabajos un acto social profano o si los Hermanos que componen la misma, o  lo que es más grave,  sus Luces están desprovistas de la más elemental  cualificación, por no decir cosas peores?

Es por esa razón, que se podría concluir que no existe o al menos no debería existir, la denominada  Masonería “regular” o “irregular”, ya que todos somos igualmente Masones mientras practiquemos los principios primordiales e inmutables de nuestra Orden.

José Antonio Lasso Alcalá – M:.M:. y eterno aprendiz

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