La adaptación de la Masonería al S. XXI

Un pequeño análisis de la Masonería actual entrevé la disminución de sus miembros y una crisis de participación en las Tenidas, que se suman a la epidemia de soledad.

Imagen: masonicenlightenment.com

Han cambiado los modelos a seguir y la vida de las personas, pero existe una tendencia general hacia lo espiritual pero no religioso.

¿Necesita la Masonería una transformación desde cero?

Debería, en todo caso, enfocarse hacia tres tareas:

1.- Integrar los misterios, el simbolismo y la historia de la Masonería dentro del mundo actual, comprendiéndonos a nosotros mismos como parte de la institución y de la sociedad del S. XXI.

2.- Fomentar un entorno espiritual no sectario y no dogmático, donde hombres y mujeres buenos de todas las religiones, diferentes creencias espirituales, convicciones y antecedentes sean bienvenidos, puedan participar y trascender como masones.

3.- Fomentar la fraternidad. La esencia del Arte Real debe volver a convertirse en el centro de atención. Para ello, sería necesario que cada hermano y hermana aportaran sus habilidades y talentos, siendo parte activa del legado para futuras generaciones: Masonería es compromiso.

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Una transformación primero, desde una perspectiva filosófica. Nuestra primera tarea es trabajar en nosotros mismos, pero no podemos estar sentados esperando que otros resuelvan nuestros dilemas.

En la práctica, la Masonería tiene una estructura organizativa con muy pocos mecanismos para cambiar.  Tal vez, la excepción sea hacerlo desde abajo hacia arriba: dejar las quejas o los enunciados sobre cómo deberían ser las cosas y comenzar a hacerlas cada uno de nosotros. Esa es la transformación de abajo hacia arriba.

Además de nuestra institución existen otras, un verdadero “mercado de ideas”, para que las personas intenten una progresión interior personal, aunque no sean iniciáticas. Las Logias habrían de actuar como canales positivos; teniendo en cuenta que la naturaleza aborrece el vacío, llenarlo de Libertad, Igualdad y Fraternidad sería un logro para el Humanismo del S. XXI.

Hay resistencias: existe la cultura del “siempre lo hemos hecho de esta manera” de la Masonería, que es como “adorar las cenizas en lugar de preservar la llama”.

Este es un tema difícil, considerando que la resistencia proviene de hermanos y hermanas con sus propios puntos de vista basados ​​en principios, pero con inercia a no caminar hacia los tiempos actuales.

Existe una tensión invisible entre el desgaste demográfico, la llamada a la puerta de nuevos candidatos y la capacitación de los Maestros Masones, que siguen en las formas de los últimos 30 años, formas que se perpetúan con diferentes personas, por lo que no se superan estas tensiones.

¿Cómo cambiar el carácter de una logia de la postura “siempre lo hemos hecho de esta manera” a otro que ofrezca lo que las personas de hoy necesitan?

En algún lugar intermedio hay un punto de inflexión; por debajo de la “energía de activación” necesaria, las logias pueden estancarse sin importar las intenciones de sus miembros. Por encima, todo lo que necesita hacer es desyerbar ocasionalmente el jardín, el sol, la tierra y las plantas hacen el resto del trabajo. Se necesita un liderazgo visionario para “preservar la llama” y pasarla a los miembros más jóvenes en cuanto estén preparados.

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La Parábola de los polígonos, es un juego y una historia sobre “cómo las elecciones inofensivas pueden dañar al mundo”. Se enfoca en cómo a la gente le gusta agruparse con otros que son como ellos, y qué hace esa preferencia individual a la sociedad en su conjunto. En el nivel más micro, la misma dinámica se desarrolla dentro de una Logia, y estas dinámicas son críticas para entender si la Masonería se va a adaptar.

Se precisan lecciones de liderazgo para que un maestro pueda lidiar con los maestros del pasado malhumorados, y cómo los comités pueden ayudar a crecer el Taller.

El difícil mensaje: “Siempre lo hemos hecho de esta manera” es sin duda un cliché en la Masonería; tenemos una fuerte tendencia cultural a dormirnos en los laureles y a darnos una palmada en la espalda por la atemporalidad de la institución, pero el cambio es inevitable.

La Masonería no es demasiado grande y la adaptación en el tiempo es un requisito duro que hay que enfrentar porque la institución no es inmortal “porque sí”. Adaptarse no es adoptar. La diferencia de la Masonería  son los Principios.

Tim Bray, en su libro “Just Too Efficient”, indica que cuando las cosas se vuelven más eficientes, productivas y rentables, empeoran en la dimensión humana. Cuando hacemos las cosas más eficientes, tendemos a quitarles la humanidad. Desde una perspectiva masónica, la jerarquía de valores es como una pirámide. Las prácticas fundamentales apoyan los principios y metas de más alto nivel. En el contexto de la masonería, lo opuesto a “eficiente” no es ineficiente, es humano.

“Hay una grieta en todo, así es como entra la luz”, cantó Leonard Cohen. Y es necesario que haya grietas en la superficie del trabajo, en el tejido organizativo más amplio que opera el mundo.

BIBLIOGRAFÍA

Robert H. Johnson y Jon T. Ruark. It’s Business Time: Adapting a Corporate Path for Freemasonry. ISBN 1980830126.

Roger Burt. Freemasonry and Business Networking during the Victorian Period. The Economic History Review. Editado por VILEY.

 

 

 

 

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